La industria del comic book respondió al declive de los superhéroes tras la II Guerra Mundial con una variedad de géneros distintos que ofrecían el panorama más rico y diverso que jamás han conocido los tebeos americanos. Los cómics románticos, mal estudiados, apenas reeditados y poco valorados artísticamente, fueron, sin embargo, los más populares de su momento, por encima de los tebeos de horror o crimen. Según el especialista John Benson, el periodo dorado del cómic romántico abarca desde 1949 hasta 1955, durante el cual se vendieron 1.000 millones de copias y llegaron a publicarse hasta 150 cabeceras distintas en un mismo mes, lo que equivalía al 25% del mercado total del comic book.
La fiebre del cómic romántico fue iniciada por la pareja creativa que había sido responsable de éxitos del cómic de acción como Capitán América: Joe Simon y Jack Kirby. Buscando nuevos mercados, publicaron Young Romance (1947) con Crestwood, que, en un acuerdo poco común en la época, aceptó repartir con ellos los beneficios. La tirada de 500.000 ejemplares se agotó, y al cabo de un par de años multitud de editoriales -algunas de ellas especializadas en el género- habían inundado el kiosko de historias de amor. Los cómics románticos se anticiparon en cierta medida al cómic adulto de décadas posteriores. Por un lado, su estilo confesional abría la puerta de la historieta autobiográfica; por otro, los temas tratados, aunque desde una perspectiva moralista y didáctica, se asomaban al mundo del trabajo y las relaciones sentimentales. La mayoría de los dibujantes que trabajaron en el género lo hicieron también en otros campos, aunque algunos destacaron especialmente en éste, como Matt Baker o Alex Toth. Algunas cabeceras llegaron a mezclar géneros, como Cowboy Love, Negro Romance o True War Romances.
La crisis general del comic book tras 1954 también afectó a los tebeos románticos, que sufrieron una lenta agonía hasta su total desaparición en la década de los 70, cuando ya sólo Marvel y DC los publicaban. La imagen de la joven lloriqueante, tan popularizada por los cuadros de Lichtenstein, pertenece a esta época decadente.
[Texto publicado originalmente en Del tebeo al manga: una historia de los cómics volumen 3 (Panini, 2007), dirigida por Antoni Guiral. Me ha parecido oportuno recuperar ahora este breve artículo para complementar un poco la atmósfera romántica de la semana].
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