miércoles, 16 de noviembre de 2011

DE RATONES Y HOMBRES



Cuando se publicó Maus por vez primera, me llegó demasiado pronto. Yo estaba a otras cosas y ante aquel Objeto Viñetero No Identificado reaccioné, desde mi posición de aficionado al cómic, con la misma perplejidad que a su vez reaccionaban los que no habían vuelto a leer un tebeo desde su infancia. Creo que conviene recordar hoy la condición de objeto insólito que tenía Maus (o medio Maus, que es lo primero que se publicó en España) hace veinte años. Su impacto ha sido tan grande y tan generalizado que ha modificado toda nuestra percepción del cómic, pero en su momento uno no sabía qué hacer con aquello. Todavía hay muchos que no saben, pero ya van quedando menos.

MetaMaus (2011, Pantheon), sin embargo, me ha llegado en el momento justo. Cuando mis propias preocupaciones, intereses, ambiciones y dudas coinciden en gran manera con lo que se habla en este libro. De manera que se ha convertido inmediatamente en uno de los libros más actuales de mi biblioteca. Con el paso del tiempo, cada vez aprecio más Maus en todos sus aspectos, y MetaMaus no ha hecho sino acrecentar todavía más ese aprecio y ahondar aún más en la fascinación y el misterio.

Básicamente, MetaMaus es una enorme entrevista a Art Spiegelman realizada por Hillary Chute. Una entrevista que empequeñece las que hacíamos en el U, una verdadera entrevista-libro que abarca casi 300 páginas, en lo que probablemente es un intento deliberado de producir una especie de clon de Maus, un libro del mismo tamaño, dimensiones y alcance, un hermano gemelo intelectual del hijo artístico predilecto de Spiegelman. La entrevista se ve complementada, por supuesto, con una gran profusión de imágenes y con otros materiales (entrevistas con la mujer y los hijos del historietista, árboles genealógicos de los Spiegelman que se remontan a antes de la II Guerra Mundial, la transcripción de las conversaciones entre Art y su padre Vladek que sirvieron de base para Maus, etc.). Hay un extra fundamental: un DVD que contiene perlas como todo Maus digitalizado de manera que puedes acceder a los bocetos de cada página y de cada viñeta, y a un comentario en audio de Spiegelman para cada una de ellas, y otros materiales que todavía no he terminado de explorar.

En resumidas cuentas: la riqueza de material que ofrece MetaMaus es comparable a una de las piscinas de oro del tío Gilito. Uno podría zambullirse en el libro-DVD y explorarlo eternamente. Pero también podría volver eternamente a las páginas de la entrevista para repasar los muchos temas que se tocan y que nunca se agotan. Yo sospecho que lo voy a hacer con cierta frecuencia. En MetaMaus, Chute y Spiegelman no hablan sólo de Maus. Hablan de toda la trayectoria de un dibujante que quiso ser artista haciendo tebeos (casi el prototipo de esa figura, junto a Bill Griffith tal vez, y desde luego mucho más consciente en su posición que Robert Crumb), y que tuvo que encontrar un camino, una voz y unos recursos con los que llegar a donde quería sin abandonar el medio que había elegido. Porque si algo deja claro MetaMaus es el insobornable compromiso de Spiegelman con el cómic. Tres grandes preguntas estructuran la entrevista: ¿Por qué el Holocausto?, ¿Por qué los ratones? y ¿Por qué el cómic? Spiegelman tuvo ocasiones sobradas para abandonar su descabellada idea de contar las experiencias de sus padres en los campos de exterminio nazis en cómic, y en su lugar elegir soluciones que habrían resultado más asumibles, tanto por su aceptación social como por la preexistencia de recursos retóricos probados. Pero Spiegelman nunca se planteó elegir esas otras vías, porque lo que él buscaba, desde el principio, no era contar el Holocausto, sino hacer un cómic. Y el tema del Holocausto era el desafío.

Así, MetaMaus es en cierta medida un tratado para novelistas gráficos, porque trata la ética, la estética y la técnica. Por qué hacer novela gráfica, cómo hacerla y qué problemas solucionar. No es un manual, ojo. En MetaMaus no hay fórmulas ni recetas, no hay indicaciones ni directrices. Pero hay la posibilidad de acercarse a nivel microscópico a una lucha artística íntima y reconocer en ella las dudas, fracasos y temores que siente cualquiera que haya decidido hacer un cómic tomando conciencia de lo que está haciendo. Y eso inspira en el detalle -el oficio de resolver problemas-, pero también inspira en lo general, porque al leerlo uno comprende que todos los momentos de debilidad y de angustia que se pasan en la soledad del estudio forman parte también de la experiencia privada de un artista de esta talla cuando está realizando una obra de esta envergadura.

MetaMaus es, en cierta medida, no sólo un ejemplo para novelistas gráficos, sino también un ejemplo para investigadores y estudiosos. Todo lo que hay en MetaMaus es lo que hay en Maus, pero en este caso está descompuesto en sus materias primas. Es como la tortilla de Adrià, el Maus deconstruido, reducido a sus componentes, sin ensamblar. Y en cierta medida, cuenta lo mismo que cuenta Maus, y lo cuenta con una enorme eficacia: aquí está la historia de los Spiegelman, aquí está el problema de la memoria y su reconstrucción, aquí está el conflicto artístico y humano privado del autor, aquí está la angustia por el paso del tiempo. Aquí está todo, pero no está ensamblado. Es como si se hubiera desmontado Maus para que lo viéramos pieza a pieza y se hubiera dejado así, desplegado sobre un mantel blanco encima de la mesa. Y cada vez más, creo que así es como se alcanza una mayor sabiduría, examinando sin más esas piezas separadas y sin ordenar, sin conectar, aunque su forma ya delate la relación que tienen -tendrán, tuvieron- unas con otras. Para la mayoría de los estudiosos actuales, esta inmensa entrevista que es MetaMaus sólo sería un rico material de estudio con el que trabajar, documentación con la que desarrollar un texto teórico, un ensayo de mayor o menor envergadura que vuelva a reconectar todas esas piezas y llegue a una conclusión clara y científica. A la verdad de Maus. Para mí, sin embargo, la entrevista está mucho más próxima a la verdad. La entrevista es puramente enunciativa, no llega a conclusiones. Y creo que ahí reside su capacidad para ser más verdadera que las elaboraciones teóricas que someten la rebeldía de la realidad y la reducen a argumentos coherentes. Hace poco leía una entrevista con el escritor Dennis Cooper en la que creo que estaba hablando de esto mismo: «La verdad a la que me refiero es lo que se distorsiona y queda comprometido cada vez que pones algo por escrito o abres la boca para hablar, porque la prioridad cuando te comunicas no es representar tus pensamientos o sentimientos exactamente, sino decir algo que tenga sentido, parecer cuerdo y comprensible y atractivo. Me gusta trabajar dentro de esa imposibilidad».

Para ser consecuente con esto, renuncio a sacar grandes conclusiones en este texto, y para acabarlo me limitaré a diseminar algunas notas sueltas que he tomado de MetaMaus, algunas de las muchas cosas que me han llamado la atención, sin más.

En la página 43, Spiegelman dice que siempre ha preferido el proceso de documentación a escribir o dibujar. Y lo entiendo. Sumergirse en la documentación es caminar vigorosamente hacia un horizonte de expectativas siempre crecientes. Escribir y dibujar, por el contrario, es doloroso.

En la página 74, Spiegelman aborda un problema que ha asediado constantemente a Maus, tanto desde el campo del cómic como desde el campo del público general que no leía cómics: el tema del Holocausto ha hecho que mucha gente crea que Maus es tosco formalmente, pero, como indica el autor, «son los aspectos formales los que han hecho que el libro siga siendo atractivo en formas en las que otros "cómics del Holocausto" que han venido después no lo son». La cantidad de problemas formales y estéticos, de mayor y menor calibre, que Spiegelman tiene que resolver en Maus (inventando soluciones en muchísimos casos, y en otros adaptando recursos del cómic desarrollados para otros fines que son reutilizados aquí con un efecto diferente) es abrumadora, y leyendo MetaMaus he descubierto muchos más de los que hasta ahora había apreciado.

Maus, en su condición de pionero del reconocimiento del cómic como un medio artístico adulto, ha tenido que desempeñar el desagradable papel de abrir brecha en la sociedad y enfrentarse a maltendendidos y desprecios que muchos de los que han venido después no han tenido que afrontar, precisamente gracias a que Maus ya había allanado el camino. Esto también se trata en varios momentos. En la página 99, Spiegelman recuerda una charla sobre el Holocausto que dio en 1988 en Los Ángeles. «El público que asistía a la conferencia estaba formado principalmente por supervivientes, judíos muy viejos retirados que eran fans del sitio donde se celebraba. Maus no era tan conocido como lo ha sido después, y el público consistía en unos doscientos Vladek Spiegelman, ¿sabes?, todos mirándome intensamente. Desde luego que no lo habían leído, pero todos sabían que era algo donde salían los judíos como ratones, y sabían que era un tebeo. Y los tebeos eran tan despreciables que por definición eso era insultante. Durante el turno de preguntas, un viejo me preguntó: "¿No podría haber esperado a que estuviéramos todos muertos antes de hacer algo así?"». En la 103, es el mismo Spiegelman el que se mosquea porque los bibliotecarios conceden a Maus un premio al mejor libro para Young Adults. Más adelante (página 209), mientras explica el razonamiento formal detrás de una de las primeras páginas de Maus, recuerda que «cuando empecé a trabajar en el libro, le enseñé  esta página a un editor español de cómics de fantasía que me pidió ver en qué estaba trabajando. Le enseñé las primeras páginas y se las expliqué como acabo de hacerlo ahora, y dije que aunque no esperaba que los lectores captaran todo eso conscientemente, así era como yo me planteaba mis páginas. Y me miró bizqueando -él publicaba una revista con chicas bárbaras de tetas grandes en todas las páginas- y huyó tan pronto como pudo hacerlo con educación». El nombre del editor español queda sin mencionar.

En la página 213, Spiegelman utiliza un término que merece una reflexión: «comfort zone». La zona segura o zona cómoda del cómic es la zona que tiene que ver con la representación de la acción. Todo lo que se sale de ahí resulta incómodo e inseguro y, finalmente, muchos autores renuncian a ello porque es demasiado complicado. Por supuesto, gran parte de Maus se produce fuera de la comfort zone del cómic, y es precisamente en esa zona en la que creo que se está trabajando más en los diez últimos años. Ése es uno de los grandes desafíos del cómic contemporáneo, y una de las cosas que hace que sea tan emocionante leer tebeos hoy en día.

Y eso es todo.

16 comentarios:

el tio berni dijo...

MetaMaus es extraordinario. Una de las ideas que apuntas es la que más me ha llamado la atención, y es que Maus es hija de su autor, no de su época o su entorno, ni siquiera necesariamente de los campos de concentración (bueno, un poco sí, también). La cuestión es que a veces parecería que Maus surge porque tiene que surgir, porque es el momento y el lugar adecuado, porque han covergido una serie de circunstancias e infuencias. Maus no es el resultado de nada más que de la cabezonería (por ponerlo bonito, la necesidad) de Spiegelman de hacer ese libro. Y es alucinante que ese libro sea a la vez un ajuste cuentas con su familia, consigo mismo, con la industria del cómic y con el cómic como medio.

Otra cosa que me ha fascinado es descubrir la lucha de Spiegelman no sólo contra un exterior refractario inicialmente a su propuesta, sino, y sobre todo, una lucha consigo mismo, con sus incapacidades y sus miedos.

Perdón porque me aturullo, hay tantas cosas que decir...

WOLFVILLE dijo...

Mi ánimo filólogo me hace babear ante propuestas como esta. Aparte de mi admiración por una obra como "Maus" tengo esta estupenda reseña-desglose de lo que ya de por si es todo un desglose de algo mítico. Así que acabará cayendo.

Robur dijo...

Tengo ganas de leerlo aunque no se si comprarlo, a ver si lo traen a la biblioteca.

Me pregunto que otras novelas gráficas aguantarían una edición de este tipo? Parece un formato raro entre edición criterion y un como se hizo.

Santiago García dijo...

Aclaro, que no quiero que haya confusiones, que MetaMaus no es una reedición de Maus con extras. Es un libro autónomo que NO incluye Maus, excepto en versión digital en el DVD, donde puedes comparar cada página con los bocetos.

A mí también me ha parecido cosa monumental, tío Beni. Se te agolpan los temas leyéndolo. Pero eso está bien, así dará material para volver a él durante años.

Gracias a todos por comentar!

gervilches dijo...

Ya lo tengo entre mis pecadoras manos (bueno, ahora mismo, está aquí al lado). De momento puedo decir que coincido contigo plenamente en tu valoración de Maus. Y en lo que dice Berni sobre que es, principalmente, producto del impulso de Spiegelman. No sé si nos damos cuenta realmente de lo mucho que se adelantó en el tiempo con Maus, lo totalmente diferente que era a cualquier otra cosa, incluso a sus referentes underground. Yo no sé cómo sería el cómic hoy en día sin Maus, sinceramente. No tiene mucho sentido planteárselo, pero creo que muy, muy diferente.

Y sí, formalmente Maus es cualquier cosa menos tosco. Yo hace tiempo en un par de textos arañé un poco la superficie y flipé. Vamos, que estoy convencido de que es muy posible que Maus sea el cómic más complejo, formalmente, que haya leído nunca. Más que Watchmen. Bueno, quizás compita con Lint.

el tio berni dijo...

Me agrada que menciones Watchmen, Gerardo, porque precisamente venía para casa pensando en ello. Es decir, ambas usan un andamiaje formal impresionante, pero Moore se empeña en que se vea y Spiegelman en que quede oculto. Muchos de los recursos que explica Spiegelman en MetaMaus los asumes de manera totalmente inconsciente, son tan "naturales" que pasan desapercibidos hasta que él mismo los descubre.

gervilches dijo...

Sí, yo eso lo vengo apreciando desde hace tiempo. El aparato formal de Watchmen es impresionante, perfecto, pero es un fin en sí mismo. Es un gigantesco ejercicio de estilo y el lector lo aprecia en la medida en que desentraña las claves formales. No hay nada de eso en Maus. El andamiaje de Maus está por debajo, pero está. Y descubrirlo requiere de un análisis que va más allá de la lectura normal, e incluso a veces, como dices, hace falta que te lo descubra él. En fin, yo creo que pocas afirmaciones típicas del mundo del cómic me dan más lástima que "Maus está mal dibujado". Yo daba una mano por dibujar con la otra como Art Spiegelman.

Manel Fontdevila dijo...

MetaMaus no podré leerlo hasta que alguien tenga a bien traducirlo y publicarlo por aquí, pero de momento intentaremos pasar el mono con tu texto, que tiene su buena miguilla. La frase de Dennis Cooper, por cierto, es para imprimirla y colgarla en la pared, ¡gracias!

Robur dijo...

Lo he ojeado en la tienda y vi que el tebeo en si no estaba, pero como ponías que venia en el DVD digitalizado por eso me recordó un poco a las ediciones la colección criterion.

rayco dijo...

Y yo con mi english de COU.

Santiago García dijo...

Me extrañaría mucho que no lo publicaran en España, y además sin tardar demasiado. Si sacaron sus cuadernos de bocetos facsímiles, a esto le veo más posibilidades comerciales.

sfer dijo...

Espectacular entrada. Wow.
Gracias.
Ahora mismo voy a recomendarla por ahí.

Qué ganas de volver a leer Maus y de echarle la zarpa a MetaMaus. El otro día le estuve echando un vistazo en una librería. A ver si es verdad y pronto lo tenemos por aquí en castellano.

Pepo Pérez dijo...

Encantadísimo con tus dos METAposts.

Robur, tu nuevo avatar mola mazo. Que lo sepas.

Octavio B. (señor punch) dijo...

hola, empiezo a leerte el post y paro al párrafo 1º. ¿Soy un vago? no, es que tu reflexión sobre "estar preparado", "yo era un lector entonces y tal y tal, me trae un recuerdo creo qeu MUY SIGNOFOCATIVO y quiero contároslo, porque tiene chicha y además es puro Tele5: sí amigos, os voy a confesar una pequeña porción de mi vida.
Suelo dejarle cómics a mi madre. elijo, claro, pero lo hago desde los ochenta. recuerdo que por aquel entonces le dejé Verano Indio y le encantó como dibujo pero lo vio pueril en su desarrollo dramático (aunqeu hubo cosas de la obra a nivel narrativo que también le gustaro: el romanticismo de Pratt y tal...) Luego le dejé Maus, el 1/2 Maus de Norma, claro. Cuando lo acabó, ella, que no era, evidentemente lectora de cómcis (sí de literatura, no de best sellers sino de literatura real) me comentó algo así como "con Manara ví que en el cómic puede haber arte en las imágenes (¿discutible? no es este el tema ahora) pero com MAus, pese a que el dibujo es muy sencillo, comprendí que en el cómic también hay arte en lo que se dice, y en cómo se dice.
Quiero decir, mami, que no era una treintañera cool lectora del CIMOC ni mucho menos, COMPRENDIÓ Maus. Seguramente mucho mejor que el elctor medio de tbo's de los 80.
Es una de las causas por las que creo que Maus fue una verdadera célula aislada y visionaria, porque rompía con una tradición endogámica (digamos que el tbo americano es endogámico en un 90% y que el álbum europeo en un 30%... el caso nipón en lo s80 no era endogámico, era exótico como un dragón de comodo en occidente). MAus podía ser apreciado por cualquiera, y esa es la tendencia que décadas más tarde ha comprendido (ciero sector, al menos) el mundo del cómic.
Asi: ¿es realmente Maus la 1ª novela gráfica "as we (today) know it?"

Ala, ahora sigo leyendo, como me ponga así de pelma con cada párrafo me echas del blog :D

Octavio B. (señor punch) dijo...

'SIGNOFOCATIVO' qué bueno... en fin, es temprano, perdonadme que las legañas han campado a sus anchas en mi comentario... podría borrar y editar, pero dejemos volar libre y espontáneo a Sandman entre mis líneas :P

Octavio B. (señor punch) dijo...

otro apunte, lo curioso con Maus y mi madre, fue que efectivamente, un "No entendido" lo "entendía" mientras que el friki, el "endogámico", el lector habitual de esa historieta que "no se entiende si no la entiendes" parecía no poder abarcar lo que suponía la opción Maus. No lo entendíamos, porque no se parecía a nada de lo que acostumbrábamos a leer.
Bueno, yo algo entendí, porque me encantó a partir de cierta página, pero claro que sí, las primeras fueron como un shock: pasar de Bourgeon a aquello era un WTF! de esos...