miércoles, 6 de julio de 2016

TORRES GARCÍA


Desde el pasado 19 de mayo y hasta el próximo 11 de septiembre, el Espacio Fundación Telefónica acoge una exposición sobre el artista uruguayo Joaquín Torres-García producida por el MOMA. Anteriormente, ese mismo espacio había ofrecido la muestra sobre El arte en el cómic comisariada por Asier Mensuro donde Javier Olivares y yo participamos con una página inspirada, precisamente, en un cuadro de Joaquín Torres-García (en concreto, «Constructivo en blanco y negro TBA»). Cuando lo hicimos, todavía no sabíamos que después de la nuestra vendría una exposición dedicada al artista que habíamos decidido homenajear. La página que hicimos Javier y yo la tenéis encabezando este post.

En el proceso de hacer esta página me leí la obra magna teórica de Torres-García, Universalismo constructivo, un hermoso volumen que recoge diferentes conferencias dictadas por el artista a lo largo de décadas, y como no podía ser menos sus apasionadas declaraciones las leí muchas veces como si se refiriesen al mundo del cómic y sus problemas. Aquí os dejo algunas citas de Torres-García que no llegaron a la página:

«Si queremos dar con lo original (que es como decir con lo personal) hay que servirse sólo de aquel dibujo no aprendido, de aquel modo de combinar líneas y colores absolutamente virgen, o sea de algo que pudimos poseer antes de que nos lo hubieran enseñado en la academia».

«Hágase el oficio honradamente y a la perfección que lo demás nos será dado por añadidura».

«La academia no enseña, como debiera ser, una técnica absolutamente objetiva, sino que, por el contrario, la descuida en parte, para enseñar una técnica con vistas a una realización dada».

«¿Cómo saber aquello que debemos aprender sin saber lo que tendremos que expresar

«Es oportuno señalar que si una tradición puede y debe continuarse, no debe en cambio repetirse ningún arte retrospectivo. Pero eso, este nuevo y verdadero clasicismo debe revestir hoy un aspecto muy distinto al de otras épocas. Quiere decir que la Regla puede ser la misma, pero su aplicación debe marcar el siglo en que estamos».

«Sí; lo que el verdadero artista dice, lo que él tiene que decir como hombre, lo dice simbólicamente. Es, pues, por la expresión geométrica o por el tono en el color o por la forma abstracta en la escultura (y aunque haya una representación, que en modo alguno será lo que el artista tendrá que decir como hombre, si no por algo más profundo, como logra lo abstracto de la forma, y en ello radica lo que llamamos pintura y escultura».

«Todo el mundo tiene derecho a la existencia, y para el sostenimiento de ésta lo primero es encontrar un medio cualquiera de hacer dinero, ya que sin él no es posible. No hay nada censurable, pues, en que se haga cualquier esfuerzo en este sentido; pero sí lo hay en que se emplee la mentira, la doblez, el fraude, el robo y la bajeza. Con el fin de subsistir, todo artista hace cuanto puede por resultar interesante, sea por sus obras o por lo que él diga o haga enderezado a este objetivo. Entonces, si sus palabras, su acción y sus obras responden a una verdad, nada hay de criticable. Pero si falsea, si calcula los efectos que quiere producir, si se acomoda astutamente a situaciones o momentos propicios para lanzar una palabra o mostrar su obra; si, en fin, vendiendo su conciencia va camino de la adulación, entonces ese artista será de lo más vil que pueda pensarse. Especie de babosa o alacrán, según los casos, no merece más que la pisada que habrá de aplastarle».

2 comentarios:

mr.ed dijo...

maravillosa

Manel Fontdevila dijo...

«¿Cómo saber aquello que debemos aprender sin saber lo que tendremos que expresar?»
Me ha dejado medio noqueado esto. Creo que este es el lastre del cómic, digamos, de toda la vida: tradicionalmente, el dibujante de cómic viene de una decisión tomada, si no en la infancia, muchas veces no más allá de la adolescencia más temprana. Entonces, uno se aplica a ello y llegamos a la edad adulta con la técnica y el lenguaje aprendido, por lo menos asimilado. En general, con más técnica que lenguaje, pero este es otro tema.
En cualquier caso, somos dibujantes de cómic, pero no por ello tenemos necesariamente nada que contar. ¿Qué hacemos entonces? Nada especial: tiramos de oficio y nos dedicamos a hacer más tebeos como los que nos han llevado hasta aquí.
No es nada ni bueno ni malo de entrada y, de hecho, es un terreno en el que me muevo yo y muchas de las cosas que me gustan, pero lo cierto es que acaba siendo muy limitador.
Por eso es tan importante la renovación de todos estos últimos años, ese montón de obras herméticas, de lectura felizmente exigente, sin respeto a las cuatro reglas de toda la vida, incluso pretenciosas o directamente fallidas: responden a una expresión del autor antes que del hombre con oficio, y romper ese bucle me parece importantísimo.
Jo, hacía años que no dejaba mi opinión en un blog. Qué raro me siento, de verdad.