viernes, 31 de mayo de 2013

DOS (O TRES) SEMANAS EN ESPAÑA


Hoy hace una semana que Panorama salió a la venta. El libro ha quedado hermoso y precioso, y diréis que qué voy a decir yo, pero yo os diré que precisamente son los autores quienes tienden a ver más defectos en el resultado final. En este caso, sin embargo, no he podido quedar más contento: lo mire por donde lo mire, tengo la sensación de que ha quedado mejor de lo que parecía en pantalla, y muchísimo mejor de lo que parecía en mi cabeza. Eso se lo debo en primer lugar a los autores que tan generosos han sido con su talento y su esfuerzo, a Astiberri por ir más allá de la llamada del deber y aceptar echarlo todo en un volumen que acabó desbordando sus presupuestos iniciales, y a Manuel Bartual por currárselo como se lo ha currado. Mil gracias a todos.

Y sin embargo, por aquí no he dicho nada de Panorama desde que salió. El motivo es que últimamente no he tenido mucho tiempo para acercarme al teclado y mandorlizar un rato. Llevo dos (¿o tres?) semanas en España, y esto ha sido un no parar de visitas familiares, reencuentros con amigos, compromisos profesionales y reinmersiones culturales por la vía gastronómica. En fin: todo correcto.

Me siento inmensamente feliz de cómo está siendo recibido Panorama, y confío en que sirva para su verdadero fin, que es dinamizar un poco la escena del cómic contemporáneo en España y ayudarnos a todos a crecer un poquito. Aquí os dejo algunas de las primeras reacciones que han aparecido:

Mireia Pérez, una dibujanta que está presente tanto en Panorama como en Supercómic, escribe en su sección «Llámame tebeo» de Libro de Notas: Un nuevo tebeo.
Pablo Ríos, un dibujante que no está presente en Panorama (y tampoco en Supercómic), escribe en su blog: A view to kill.
Miguel Pérez escribe en la sección «Spain is Pain» de la Revista LaRAÑA: Best Spanish Comics.
Jesús Jiménez trata Panorama en su sección «Viñetas y bocadillos» en rtve.es: Santiago García nos habla de Panorama.
Gerardo Vilches, uno de los colaboradores de Panorama y coautor de la sección de reseñas junto a Alberto García Marcos, cuenta sus impresiones sobre el volumen y su visión del trabajo realizado en su propio blog, The Watcher and the Tower: Panorama, de VVAA.


Por cierto que me ha llamado mucho la atención el interés que han despertado Panorama y Supercómic en los medios. Nunca había hecho tantas entrevistas, y la inmensa mayoría con periodistas de prensa general, no especializada. Puede que sea porque los dos libros tienen un interés singular, pero también creo que durante los tres últimos años el valor informativo del cómic ha aumentado muchísimo. La mayoría de los periodistas con quienes hablo conocen la novela gráfica y noto que en nuestras conversaciones cada vez son menos los tópicos que hay que superar (aunque todavía quedan algunos, ¿eh?, eso tampoco vamos a negarlo).

Este interés de la prensa se corresponde, afortunadamente, con la oferta de un sector que, ahora mismo, abruma por su imaginación, su talento y su diversidad. Desde la última vez que estuve en España habían pasado nueve meses, y no estoy seguro de que seáis conscientes de la cantidad de tebeos extraordinarios que se han publicado en este país durante ese periodo. Durante todo el tiempo que llevo aquí he intentado aprovechar cada momento de paz para ponerme al día con esas lecturas acumuladas, y siento una extraña mezcla de ansiedad (¡no me da tiempo a leerlo todo!) y felicidad inmensa (¿alguna vez en mi vida había enganchado tantos grandes tebeos seguidos?). He leído tebeos españoles brillantes publicados por editoriales muy pequeñas. Los dos últimos de ¡Caramba!, el microsello de mis amigos Manuel Bartual y Alba Diethelm, son dos maravillas: El fuego es posiblemente lo mejor que ha hecho Miguel B. Núñez, y Grandes verdades de la humanidad, de Carlos de Diego (uno de los autores presentes en Panorama) me tiene obnubilado. Es algo así como el tebeo que acaba con todos los tebeos. Entrecomics Comics, otro microsello, se ha marcado un libro impresionante, el regreso de Pep Brocal con Alter & Walter, que encaja con la tradición de análisis introspectivos que parece empezar a configurarse como un género dentro de nuestro cómic moderno: Súper Puta de Manel Fontdevila, Vapor de Max o Yo de Juanjo Sáez serían otros hitos en esta tendencia. Tyto Alba sigue entregando novelas gráficas con una regularidad pasmosa, y la que ha hecho con Gabi Martínez, Sólo para gigantes, es una cosa muy seria. Cuando me preguntan sobre la novela gráfica actual digo muchas veces que es necesario que los autores jóvenes sigan publicando obras para que puedan desarrollar su personalidad y llegar a logros mayores. Alba es un ejemplo de esto, y otro muy destacado es Rayco Pulido (otro nombre de Panorama), que después de hacer varios cómics muy interesantes, se acaba de marcar una novela gráfica muy impresionante: Nela. La cantidad de trabajo y talento que hay metido ahí es tan enorme que a medida que lo leía me iba emocionando de pura emoción estética. Y bueno, por fin tengo El Héroe 2 en las manos, pero qué voy a decir a estas alturas de David Rubín (otro de Panorama)... De David y Beowulf hablaremos más adelante. También hay un Huracán de sensatez de Paco Alcázar (también en Panorama) que ha sacado Diábolo y una colección nueva de minilibros de Astiberri que arranca con dos delicias de José Domingo y David Sánchez (¡los dos en Panorama!). Y luego está la nueva ola de la nueva ola: Zendor, un fanzine insólito de Jon Boam, o las grapas de Apa-Apa con Irkus M. Zeberio y Sergi Puyol (otros dos panorámicos) y Chema Peral, y el que sin duda va a ser uno de los libros del año: Pulir, de Nacho García, publicado por ese milagro que es Fulgencio Pimentel. Esta noche, por cierto, lo presentan en Madrid, y no me lo pienso perder. No me voy a poner aquí a mencionar todas las joyitas que me he ido encontrado, pero es que incluso están empezando a abundar los libros de ensayo sobre cómic de producción propia: Alpha Decay se ha sacado un Batman desde la periferia con nombres que van desde Elisa G. McCausland y Eloy Fernández Porta (éste también presente en Supercómic) hasta Slavoj Zizek. Si me lo llegan a decir cuando escribía La noche del murciélago, no me lo creo.

El privilegio del lector español es no sólo disfrutar de esta escena emergente, sino recibir una selección de lo mejorcito que se publica fuera, cada vez más exquisitamente editado. Por ejemplo, dos bombazos como La gran odalisca, de Vivès y Ruppert y Mulot, en Diábolo, o La infancia de Alan, de Guibert, en Sinsentido. E incluso exclusivas como Rocky, de Jaime Hernandez, que ni siquiera se ha publicado individualmente en Estados Unidos y aquí ha salido en un libro que te lo comes con los ojos. Para colmo, está saliendo manga para adultos para todos los gustos. Sí, tenemos a Shintaro Kago (¡dos tomos más en menos de un año!), Shotaro Ishinomori (monumental Hokusai), los dos en EDT, y Shigeru Mizuki con su autobiografía para cubrir la cuota de lectores de novela gráfica en Astiberri, pero es que también te encuentras propuestas más comerciales que son igual de sorprendentes y divertidísimas, como Thermae Romae, de Mari Yamazaki, o I Am a Hero, de Kengo Hanazawa, los dos en Norma.

Comprendo que estoy bajo los intoxicantes efectos de un festín de tebeos que amenaza con acabar provocándome indigestión, pero aún así, la sensación que me ha transmitido la gente del cómic con la que he tratado estos días ha sido de entusiasmo e ilusión. Sí, el país está hecho una mierda, eso se percibe en la calle, pero a editores y autores parece que les sobra la energía y ganas de meterse en nuevos proyectos. En los tres viernes que he pasado aquí ha habido cuatro presentaciones en Madrid. La primera fue la del libro de Pep Brocal, la semana siguiente coincidimos Panorama y Paco Alcázar con su nuevo libro para Diábolo, y hoy toca la ya mencionada de Nacho García. Y la semana que viene habrá más parranda, al mismo tiempo que se celebra la Feria del Libro. No sabemos qué pasará, pero da la impresión de que si todo esto se va al cuerno, al menos moriremos con las botas puestas.

Lo cual no deja de ser extraordinario para un gremio que tradicionalmente realiza su actividad en zapatillas de andar por casa.

4 comentarios:

  1. De todos los estupendos títulos que citas (alguno aún no he tenido tiempo de leerlo pero seguro que es estupendo) hay dos que he disfrutado muchísimo: Grandes Verdades de la humanidad y La gran odalisca. Y Sólo para gigantes me tuvo agarrado toda la lectura.

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  2. Esto es muy largo y hay muchas cosas, pero, como soy de prensa, sí te voy a decir lo que yo noto cada vez que hablo de cómics con alguien.

    Hay un afán por que la gente lea cómics y, al mismo tiempo, hay un afán por mantener la barrera del "ellos" y "nosotros": del entendido y el que no lo es.

    Se hace agotador.

    Nunca ningún poeta ha dado por hecho que yo no leyera poesía (que podría no leerla, ojo). Ni Achille Bonito Oliva (tú, que eres historiador del Arte, sabrás quién es este señor y lo mucho que se la coge con papel de fumar) dio por hecho, cuando le entrevisté, que yo no sabía qué es la transvanguardia.

    Cuando entrevisto a un comiquero, salvo una o dos excepciones, siempre da por hecho, siempre, que yo no he leído cómics. Salvo uno o dos.

    No sé por qué es. No sé si es porque tengo 37, porque me río en las entrevistas y me lo paso muy bien, porque soy mujer, por mi voz. No tengo ni la más remota idea.

    Pero ocurre. Desde el editor que te dice: "Pero los que leemos cómics tenemos otro punto de vista diferente a los que no leéis" hasta el que te responde a una pregunta con un "es que si no estás acostumbrada a leer novela gráfica, a lo mejor los tebeos te cuestan".

    Tracatrá. Con un par.

    Tengo más ejemplos.

    Y luego tú piensas: debo de parecer gilipollas.

    Y también piensas, que es mucho peor: y yo para qué coño hago esto. Para qué llamo a tres tíos distintos cuando se muere Moebius para una noticia de un informativo de mediodía en una cadena regional y generalista en la que podría hablar de Bisbal, es un poner. Que estoy en Extremadura, coño, la comunidad más pobre e inculta de este país pobre e inculto que es España. Para qué.

    Es un poco agotador. Parece que hay que presentarse con las credenciales. No, mira, es que yo soy tía y vivo aquí en quintaputa, pero resulta que crecí con Lobezno, el Castigador, Capa y Puñal, el Caballero Luna, El Motorista Fantasma, Daredevil, Los Vengadores, las guerras del Todopoderoso, Los mutantes (con sus variantes varias), Linterna Verde, Ojo de Halcón, el Capitán América, Batman, y Spidey. Y con Will Eisner. Y sabiendo quiénes eran Chris Claremont, Joe Kubert, John Buscema, Frank Miller y Alan Moore, lo mismo que sabía quién era Steinbeck y quién era Katherine Mansfield y quién era Faulkner.

    Porque esos eran los libros que había en casa. Y que luego, lo mismo que si lees a Alejandra Pizarnik puede que llegues a Anne Sexton o a Florencia Pinar, llegaron los demás. Llegó Seth y llegó Satrapi y llegó Clowes y Burns e incluso otros libros de Eisner que no tenía ni conocía.

    Nunca me ha hecho falta decir que sé cómo se escribe e.e. cummings o que sé quién es Auden y que he leído a San Juan de la Cruz 538 veces cuando hablo de poesía con un premio Hiperión. Tampoco me ha hecho falta decir que leo ensayos, columnas periodísticas, artículos, relatos cortos, tratados filosóficos de Heidegger sobre arte o fanzines. Nadie da por hecho que yo estoy fuera. Salvo en el cómic.

    Eso me dijo una vez uno: "Los que estáis fuera".

    No te puedes ni imaginar la cara de imbécil que se te queda cuando escuchas eso.

    Así que la mitad de las veces, el 90 por ciento de las veces, pienso que la gente quiere algo así como un mundo del cómic de gran tirada en el que se venda mucho para que la industria esté sana y lozana pero en el que, por supuesto, haya un reducto de gente que es, desde luego, la que verdaderamente sabe de cómics. Como si esto fuera un universo impenetrable con unos códigos ininteligibles al que alguien se puede acercar, que alguien puede rozar, pero no penetrar.

    Porque los demás le seguirán diciendo que estás fuera. Y, si yo estoy fuera, cosa que se encarga de recalcarme en un momento u otro de la entrevista cualquier persona relacionada con el cómic o la ilustración o ambas cosas a la vez (salvo honrosas excepciones), ¿qué puede pensar un oyente que no ha leído uno en la vida?

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  3. Lo has clavao, Olga.

    Podría extenderme más en el comentario, pero sería superfluo, has explicado perfectamente lo mismo que percibo yo, esa especie de burguesía ilustrada del cómic.

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