La cosa más extravagante que estuve a punto de hacer y finalmente no hice en Friburgo fue cenar un filete de cocodrilo servido por una camarera iraquí. Dicho así parece muy exótico, pero en realidad era en un restaurante acristalado estilo años 60 que se llamaba El Pingüino y parecía el decorado de una película de Tati.
Pero a Friburgo no habíamos ido a devorar dinosaurios, a Friburgo habíamos ido a pasar frío y a dar unas clases de introducción a la historia del cómic en un ciclo de conferencias organizado por el departamento de literatura española de la universidad suiza. Debo decir que es curioso estar hablando de la historia del cómic a hora y media en tren del sitio donde Rodolphe Töpffer dibujó sus histoires en estampes allá por los años de mil ochocientos veintipico. Por supuesto, Töpffer era uno de los grandes desconocidos para los alumnos del curso, que, según me contó su organizador, el catedrático Julio Peñate, había cubierto muy rápidamente sus plazas. El público asistente era de edades y procedencias muy variadas, todo él muy aplicado y ávido de conocer más de lo que es ese curioso objeto cultural no identificado, como lo llama Groensteen. Aunque la cultura suiza es muy afín a las esferas culturales alemana y francesa, y por tanto en la Fnac de Friburgo se encuentra una enormidad de bds, es obvio que el tebeo todavía desconcierta al público general y adulto. Cada vez menos, eso sí. Allí volví a encontrarme con casos de mujeres de alrededor de 40-50 años que habían empezado a leer cómics ahora, sin tener un historial previo como lectoras, gracias a que en su camino se había cruzado Modotti de Ángel de la Calle o Maus de Art Spiegelman. Sin duda, si había una obra que todos conocían era Maus, la Gran Llave Maestra Universal del cómic adulto. Pero ahora querían más, querían seguir leyendo cómics.
En fin, lo pasé muy bien (¿he dicho ya que hacía mucho frío?) y estoy agradecidísimo a Julio y su esposa, Ana, por el trato tan extraordinario que me dispensaron. Estoy seguro de que en el futuro nos van a dar nuevas alegrías relacionadas con el cómic y la universidad. Ideas y ganas para conseguirlo no les faltan.
1 comentario:
Para mí también ha sido genial la experiencia, la receptividad de los alumnos y, por supuesto, el trato extraordinario (de verdad, de verdad, he visto pocas cosas igual) de Julio y Ana como anfitriones.Y además Friburgo es más bonita aún de lo que me imaginaba. Y encima he averiguado quién es el amigo "vecinal" y dibujante OPA.
En fin, si tuviera abierto mi blog dedicaría un post a este mismo asunto, pero como mantengo mi promesa (de momento sigo cerrado no por vacaciones, a ver si puedo volver más adelante), al menos te dejo este comentario testimonial para reafirmar tus impresiones: FRIBURGO SÍ, definitivamente SÍ.
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